No se confundan, amables lectores, no es que esta entrada vaya a enseñarles como destruir un libro, o que me haya vuelto loco, o que resulte ser un nazi, que encuentre placer en ver arder un escrito; nada de eso, hoy quiero brevemente (porque mañana hay escuela muy temprano) explicarles mi tremendo descontento con la industria del cine, cuando ésta decide convertir en un éxito de taquilla una obra de la literatura universal.
Ojo aquí, soy claro en que me descontentan, en general, las adaptaciones de los grandes clásicos. En el caso de los best sellers, he podido ver, muy satisfecho, como Hollywood logra hacer de un libro "mejor vendido" una película de la misma naturaleza. Pero los más vendidos son fáciles de adaptar y de vender, ¿Qué pasa cuando se trata de una obra universal? Para explicar mi punto, tomaré como ejemplo al personaje de Sir Arthur Conan Doyle: Sherlock Holmes. Las aventuras de Holmes y su leal amigo, el doctor Watson, son una de las series literarias más leídas, admiradas y aclamadas de todos los tiempos; a pesar de su antigüedad este detective de la calle Baker tiene aún a miles de fanáticos en el mundo. Si bien Holmes no es el paladín de la justicia que se rige por un código moral estricto, si es una persona de mente brillantemente lúcida, capaz de encontrar la más mínima pista que le lleve a resolver asombrosos (y verosímiles) crímenes. En fin, creo que Sherlock Holmes merece un escrito sólo para él; ya hablé breve y apasionado sobre el detective, veamos ahora la cinta (o cintas) más recientes que se han hecho del personaje, el Holmes interpretado por Robert Downey Jr.
No puedo pensar en una opción más descabellada y poco certera que poner a un actor norteamericano para interpretar al detective británico. El acento, el porte, la edad... Nada de lo que se ve en la película tiene relación con el personaje original. ¿Sherlock Holmes en una pelea callejera mostrando extrañas, y casi sobrenaturales, habilidades de predicción de movimientos? ¡No! En el momento que miré esta escena volteé horrorizado para todos lados buscando algo de agua; mi garganta se cerraba y sentía como un grito ahogado en mi interior, seguí viendo la escena con la mandíbula entreabierta y un gesto de extrañeza. No lo podía creer, uno de mis héroes favoritos había sido violado, golpeado, denigrado, pisoteado y degradado por el cine norteamericano (otra vez). Mi familia, que es parte de la fanaticada del personaje, estuvo de acuerdo conmigo al decir que la película era mala. No era un Holmes, era una suerte de 007 de 1800, algo diferente que no hacía honor a la novela, pero ¿Qué pensaron las audiencias en el mundo? No sé decir a ciencia cierta qué crítica recibió la película en general, pero supongo que la taquilla le dio una calurosa bienvenida, porque poco tiempo después estábamos presenciando la secuela del infame filme.
Con ojos convulsos y entrecejo ceñido había visto ya la primera película, no habría manera; ni fuerza mortal, que me arrastrara a ver la secuela, además había oído rumores de que Brad Pitt sería el profesor Moriarty ¿Brad Pitt? ¿Es broma verdad? Al final el rumor sólo fue eso, habladurías. De todas maneras nunca vi, ni veré, la segunda parte.
Lo que me inquieta de este tipo de cintas es que la gente va a verlas ¿Por qué? Primero, la gente no lee; en este país te encontrarás con muy pocas personas que, en su vida, hayan leído un libro completo. Muchas de las que contesten que sí, estarán mintiendo; las que contesten que sí, y no mientan, probablemente se refieran a un libro de bajísima calidad que hable de casas embrujadas o metáforas de caballeros cuya armadura se ha oxidado; la mínima parte te dirá que si y lo respaldará con títulos interesantes y comentarios críticos y personales. En un entorno donde nadie conoce a Holmes ¿Cómo van a saber si la adaptación cinematográfica es buena? La respuesta es: No pueden saberlo. Segundo, la mercadotecnia que se utiliza en la promoción de estos productos es muy grande y poderosa, y la gente rápidamente se ve bombardeada por una serie de comerciales que le prometen una película muy buena.
Adaptaciones de libros como "El señor de los anillos" e incluso otras obras, que considero menos trascendentes, como "los juegos del hambre", que logran darle al público algo (aunque sea poquito) de reflexión, son las que hay que aplaudir; claro que no es cine de arte (ni pretende serlo) pero te recuerda que hay valores y libertades por las que luchar y no ceder. Todo lo contrario al Holmes Hollywoodense, que te enseña que a finales de 1800 los ingleses usaban grandes cantidades de gel para el cabello.
El tema es más profundo de lo que les estoy mostrando y toca muchas fibras sensibles de los pueblos y cómo son manipulados, pero con estas pocas palabras espero haber despertado un poco de pensamiento crítico en ustedes; si no lo hice entonces les recomiendo leer a George Orwell, de él podrán aprender muchas cosas que mi aún limitada capacidad literaria no sabe expresar.
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