miércoles, 22 de enero de 2014

Las dos torres





Recientemente, y gracias a un contacto familiar trabajando en el piso 45 de la torre mayor para el consorcio Banorte-ixe, he podido ascender a las alturas del distrito comercial más importante de América latina.


La Torre Mayor fue, por muchos años, la estructura más alta al sur de los Estados Unidos, en el continente americano y a nuestros días sigue reteniendo el título de "El edificio más resistente del mundo".


Entre muchas otras virtudes del lugar, la Torre Mayor recientemente (2013) recibió el certificado LEED (Leadership in Energy & Environmental Design o liderazgo en diseño energético y ambiental), y es una pena haber subido y no haber tomado una foto de su reluciente medalla, con suerte confiarán en mi honestidad y me creerán.


Lo primero que uno nota al acercarse a la Torre Mayor es que ya no domina el horizonte como hace unos años, tiene ahora a un rival formidable con el que se pelea cada metro de altura y cada mirada curiosa desde la acera. La torre Bancomer será más alta que el rascacielos cruzando la calle y, al criterio de este estudiante de ingeniería, también será un rascacielos de mayor belleza, los colores que se están utilizando, en las partes en las que los acabados comienzan a colocarse, son llamativos y vivos, contrastando mucho con el verde opaco de su vecino.





Es impresionante estar frente a estos dos titanes y pensar que hace diez años se inauguraba al más joven de los ellos.








Claro que hay que omitir la vista de la horrible Estela de la corrupción libertad para disfrutar plenamente de la vista. De cualquier forma, estaba ahí parado, frente a los rascacielos cuando recordé a un viejo conocido... La Torre Reforma, un milagro ingenieril que fue prometido hace demasiados años. La Torre Reforma se volvió un pasatiempo mío, incluso antes de entrar a estudiar ingeniería civil, visitaba la zona hace cinco años buscando tomar fotos de elementos constructivos relevantes y documentar los avances. Los vigilantes eran muy celosos del lugar; varias veces tuve que acelerar el paso, luego de saltar con la cámara en alto y tomar una foto detrás de la barrera del predio y escuchar gritos de "Hey tú, tienes que borrar las fotos".



El plan era mover una casita estilo colonial para hincar los pilotes de la torre, regresar la casa a su lugar y proseguir con la superestructura. Bueno pues ¡Mover esa casita tomó cinco años! y por fin se aprecian los primeros niveles del futuro gigante. La verdad me da mucha lástima el tiempo que tomó comenzar a edificar la obra, desconozco los problemas a los que se deba un lustro de retraso pero, siendo este mi país, me los puedo imaginar bastante bien. Ya ni siquiera se parece al diseño original. Hace cinco años, fuera de las barreras, había lonas con la imagen del render del edificio terminado. Era algo así como un prisma triangular truncado en una de las aristas, a la altura de la punta; con un voladizo por encima de la casita colonial y con muchos contraventeos coloridos que recorrían el edificio. Una cosa muy bonita. Si uno se acerca ahora verá un render diferente, la imagen guarda semejanza, pero ahora se ve una torre de color azul opaco con contraventeos muy simétricos y de color gris, recorriendo una sóla de las fachadas (La que da al Paseo de la reforma).







Aquí dejo una imagen de la Torre Reforma en construcción, es importante hacer notar que el cantiliver, que supuestamente gravitaría majestuoso sobre la construcción de cantera rosa, ni siquiera llega a estar por encima de la famosa casa, además de ser mucho menos atrevido que el del diseño anterior. Algo tendrá de especial esta torre, y a estas alturas no quiero cerrarme a la posibilidad de retractar mis ataques, ciertamente espero estar equivocado.








Volviendo en materia, cerca del atardecer subí al piso 45 de la Torre Mayor. Tengo que admitir que soy un friki de los rascacielos y, desde que me entregaron, en la recepción del lobby, mi tarjeta magnética de entrada, corrí a abrir las ventanillas corredizas automáticas que permiten el acceso al núcleo de elevadores. Entré a la penúltima sección de elevadores, la que lleva del piso 36 al 49. Me asombré bastante al notar que el interior de las cabinas era muy austero, el único elemento que me agradó fue una pequeña pantalla incorporada a la izquierda de las puertas, que transmitía las noticias de algún canal de televisión satelital.












El viaje en elevador fue súper rápido (literalmente), y mis oídos me zumbaban al llegar al nivel 45. En esta planta seguí a mi tío hacia una sala de juntas de la fachada que mira a la avenida Reforma. No puedo decir nada menos que "Increíble". Increíble es la palabra que mejor describe la vista que se tiene desde ahí, sobre todo porque se puede apreciar hasta el más mínimo detalle de la Torre Bancomer en construcción (y como ingeniero civil siento una fijación natural a apreciar la belleza de las estructuras cuando siguen "desnudas").








Es curioso, pero casi todas las fotos que tomé son de esta torre, los demás paisajes y edificios ya los había admirado desde la Torre Latinoamericana y no me sentí tan deseoso por capturarlos.

Salimos de la sala de juntas, hacía una pequeña habitación de reuniones en el costado de la torre que da al bosque de Chapultepec. Este cuarto era realmente simple: Un pizarrón metálico en una de las paredes, una mesa y un par de sillas alrededor. Lo valioso del lugar era, sin duda, la amplia ventana que dejaba ver hasta la zona de Santa Fe, ahí llegó el crepúsculo y las sombras de los rascacielos y edificios del horizonte envolvieron a la ciudad, hasta que las pequeñas lucecillas de las casas dibujaron una
noche citadina; calurosa y reconfortante.





Por último visitamos el cubículo que ocupa mi tío en el banco, la fachada tiene una ventana que da a la parte color durazno de la torre, la vista del circuito interior. La vista trasera no es tan asombrosa, pero tiene algo de encanto cuando oscurece y se ven los coches como luces de navidad que fluyen por las avenidas congestionadas.

Antes de bajar de la Torre Mayor dimos un recorrido a todo el perímetro del edificio. El interior no es interesante, se parece a cualquier otro inmueble de oficinas del mundo, de hecho adentro se pierde esa sensación de grandeza que la torre da por fuera, y parece que la planta de la torre es más reducida que en la realidad.




Viajamos por segunda vez en el elevador de alta velocidad hasta el lobby, donde nos devolvieron las identificaciones. Antes de irnos subimos, por unas escaleras eléctricas, a una área común de restaurantes de comida rápida donde, muy escondida, se encuentra una maqueta muy didáctica del edificio en cuestión, mi primo tomó unas cuantas fotos en el lugar. Mi teléfono se había quedado sin bateria minutos antes y ya no pude capturar el momento.

Regresamos a la entrada acristalada de la torre y nos despedimos, muy emocionados de haber disfrutado de la privilegiada vista.


  




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