Esta vez de verdad pretendo ser corto con
mi publicación. Hoy quiero hablarles de "El Hobbit". Hace poco pude
disfrutar de la segunda entrega de la película, poco tiempo después ya había
terminado de leer el libro homónimo en el que la cinta está inspirada.
Generalmente, y si me han leído estarán
acostumbrados, a estas alturas de mi escrito ya habría criticado y lanzado maldiciones
a las gentes que han hecho posible el proyecto de llevar a la pantalla grande
las aventuras de Bilbo Bolsón. No esta vez; luego de disfrutar del libro me di
cuenta que el equipo de "El Hobbit" ha reunido a un sinnúmero de
mentes creativas y artísticas para lograr una obra muy bella.
Cuando comencé a leer el libro noté que
gran parte de las escenas que ocurren en la película no aparecen en el
manuscrito. Entonces tomé la posición de pensar que Peter Jackson y Guillermo
del Toro habían llenado la película de
paja, añadiendo escenas que lograran prolongar la duración de la película y
la partición del libro en tres entregas. Así pensaba hasta que investigué un
poco más y supe que en realidad todo lo que ocurre en la película está
contenido en una recopilación de escritos sin terminar que Tolkien dejó,
explicando el propósito de cada desaparición misteriosa de Gandalf, y las
intenciones y propósitos de otros personajes que aparecen en la tierra media.
Peter Jackson en realidad pudo haberme dicho -A ver muchacho, antes de venir a
criticar ¡infórmate por favor!
Porque como siempre, la ignorancia permite
que ataquemos sin conocer y defendamos lo indefendible. Al final no hay un sólo
momento de la película que no tenga relación a los escritos originales, excepto
uno.
Le llamé "Un momento brillante"
a esta entrada, no porque hayan podido adaptar magistralmente la novela al
cine, sino por la licencia creativa que se tomaron: La creación del personaje
de Tauriel, una joven y hermosa elfa, el interés romántico de Légolas y una
guerrera formidable; un personaje que por si mismo tiene el potencial de mantenerse
en escena sin ayuda de nadie. Añadir a una mujer que quiere sobresalir como
soldado en un ejército de hombres (y lo hace) es un riesgo artístico grande,
agreguemos a eso la relación que surge con el enano Kili, me levanto de mi
asiento y aplaudo calurosamente a los que hicieron posible eso. Cada línea que
Kili y Tauriel comparten está llena de esa pureza que Tolkien utilizaba al
escribir; cuando los dos se enamoran hay una química tan real y palpable entre
los dos personajes que tú mismo sientes mariposas en el estómago, luego Tauriel
salva la vida de Kili y él describe la experiencia como un sueño donde ella
estaba entre estrellas. Es en verdad increíble la semejanza del diálogo con el
estilo original de la novela, de alguna manera esos diálogos inocentes, y a la
vez románticos, pertenecen y se acomodan bellamente al universo de la Tierra
media.
Las luces de la escena, la belleza
infinita de la actriz (Evangeline Lilly), el alto élfico que habla mientras
cura a Kili, la fenomenal pieza musical de Howard Shore. Cada elemento está ahí
porque es necesario, nada se desperdicia en estos pocos minutos de la película;
no puedo más que pensar en la necesidad de productos de esta calidad en el
futuro. Claro que sé que la película no es perfecta, es obvio que no lo es,
tiene sus momentos de lentitud y en algunas partes te pierdes entre tantos
enanos en escena, y muchos de ellos se vuelven prescindibles y caminan en el
fondo como piezas vivientes de utilería del escenario. De cualquier modo esta
película ha demostrado que el cine comercial no está peleado con el cine de
calidad y no puedo esperar a ver el cierre de la historia, y admito que me
sentiré muy triste de tener que despedirme de estos personajes con los que he
crecido (El señor de los anillos se estrenó en el 2001 cuando tenía nueve años,
de ahí en adelante he sido seguidor de la franquicia) de nuevo, hace más de
diez años vimos a Frodo y los otros portadores de anillos de poder zarpar hacía
lejanas costas, esta vez tocará ver a Bilbo regresar a la Comarca mientras Frodo
crece para ser el portador del anillo único (¡Qué paradoja!).
Mientras nos volvemos a encontrar en este
espacio les comparto la música que acompaña la escena que describo más arriba,
con la esperanza de que la disfruten tanto como yo.
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